En el programa 12 de Estar bien!, Mariela Latino charló con el Dr. Juan Castiglione, Médico neurólogo (M.N. 160.976), sobre el alzheimer, sus síntomas, el rango etario al que más afecta y qué opciones de tratamiento existen para retrasar el deterioro cognitivo. Mirá la charla acá!
El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta las funciones cognitivas, como la memoria, el pensamiento y el comportamiento. Es la causa más común de demencia en personas mayores de 65 años, y su impacto en la calidad de vida tanto de los pacientes como de sus familiares es significativo.
La enfermedad se caracteriza por la acumulación de placas de proteínas beta-amiloides en el cerebro y la degeneración de las células nerviosas. Estos cambios provocan una disminución gradual en la capacidad de recordar, razonar y realizar actividades cotidianas. Uno de los primeros síntomas del Alzheimer es la pérdida de memoria a corto plazo, que suele manifestarse con olvidos frecuentes de conversaciones recientes, nombres o eventos importantes.
Con el tiempo, los pacientes pueden experimentar dificultades en la toma de decisiones, problemas de lenguaje, desorientación y cambios en la personalidad. Las personas cercanas al paciente suelen ser las primeras en notar estos signos, ya que el afectado puede no ser consciente de sus propios olvidos.
La edad es el principal factor de riesgo para desarrollar Alzheimer. En personas menores de 65 años, la probabilidad es baja, pero a partir de los 85 años, afecta a 1 de cada 3 personas. Otros factores que contribuyen al desarrollo de la enfermedad incluyen antecedentes familiares, enfermedades cardiovasculares, y un estilo de vida poco saludable.
Aunque no existe una cura para el Alzheimer, existen tratamientos y enfoques que pueden ayudar a retrasar el deterioro cognitivo y mejorar la calidad de vida del paciente. El control de factores de riesgo, como la hipertensión, el colesterol alto y la diabetes, es esencial. Además, llevar una dieta saludable, como la mediterránea, rica en pescado, frutas y verduras, realizar ejercicio físico regular y mantener la mente activa, son estrategias que pueden reducir hasta en un 30% el riesgo de desarrollar la enfermedad.
El diagnóstico temprano es fundamental para ofrecer al paciente y a su entorno herramientas que les permitan afrontar la progresión de la enfermedad y planificar el futuro de manera adecuada. Por ello, es clave prestar atención a los signos de alerta y acudir a un especialista ante cualquier sospecha de deterioro cognitivo.
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