La dieta que seguimos influye de manera determinante en nuestra salud, pero no solo lo que comemos y en qué cantidad, sino cuándo lo hacemos. Un nuevo estudio pone el acento en la crononutrición, que es la disciplina que ayuda a comprender la relación entre el momento de la ingesta de alimentos, los ritmos circadianos y la salud.
El mensaje clave es: las personas que cenan y desayunan temprano tienen menos problemas cardiovasculares. Un ayuno nocturno prolongado actúa como seguro de salud, pero no sirve el truco de saltarse el desayuno. Los resultados de este trabajo, llevado a cabo por un equipo del Instituto de Salud Global de Barcelona permiten hacer recomendaciones muy precisas sobre la mejor hora para realizar la primera y la última comida del día.
El trabajo se llevó a cabo con los datos de más de 100.000 adultos del estudio NutriNet-Santé, en Francia. A todos los participantes se les pidió que informasen de forma repetida sobre los horarios de sus comidas y su composición. Con esta información, se determinó la hora de la cena y el desayuno de cada persona y el número de comidas que realizaban al día. Finalmente, se utilizaron modelos estadísticos para relacionar los horarios de comida de los participantes con patologías vasculares cardíacas y cerebrales.
Ya con los resultados consolidados, Anna Palomar Cros, primera autora del estudio, subraya la relevancia de alargar el periodo de ayuno nocturno haciendo la última comida del día más temprano, antes de las 20.00, en vez de saltarse el desayuno y explicó las razones por las que los horarios de comida ejercen una influencia tan poderosa en la salud cardiovascular.
“La hora a la que comemos juega un papel importante en nuestro metabolismo, ya que influye en el reloj interno de nuestro cuerpo”. En concreto, “comer tarde en la noche puede interrumpir este reloj, lo que puede llevar a problemas cardiometabólicos, como el aumento de peso, interrupciones en el metabolismo de los lípidos y una mayor inflamación”, dijo
¿A qué hora hay que desayunar y cenar?
Palomar dio sus recomendaciones sobre los horarios óptimos de la primera y la última comida del día:
Desayuno: antes de las 08.00.
Cena: antes de las 20.00.
La primera comida del día es importante, ya que es el momento en el que se rompe el ayuno nocturno y cada vez se está viendo más influencia en la regulación de los relojes biológicos, subrayó Palomar, mientras que, en relación al horario de la última ingesta de alimentos, aclara que si se hace muy tarde, “cuando el cuerpo debería estar en reposo, también puede causar alteraciones en nuestro reloj biológico”. Además, influye en cómo dormimos y la experta señaló que el hecho de hacer una cena muy tarde y dejar poco tiempo entre la cena y la hora de ir a dormir puede afectar a la calidad de nuestro sueño y al proceso de digestión.
Fotos: Archivo.
Seguí leyendo sobre