
Lo que alguna vez fue una alianza política y personal de alto voltaje entre el magnate tecnológico Elon Musk y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha desmoronado en una guerra pública de insultos, amenazas y acusaciones graves.
El desencadenante: el controvertido proyecto de ley presupuestaria conocido como «One Big Beautiful Bill Act», aprobado por la Cámara de Representantes el 22 de mayo de 2025, que desató una tormenta entre ambos titanes.
El conflicto comenzó cuando Musk, exjefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), calificó la legislación de «abominación repugnante» en su plataforma X, argumentando que sus 1,038 páginas están llenas de gastos excesivos que aumentarían el déficit fiscal en más de un billón de dólares, según estimaciones independientes.
Este proyecto, impulsado por Trump, incluye recortes de impuestos para los más ricos, mayor inversión en defensa y control migratorio, pero elimina subsidios clave para vehículos eléctricos, afectando directamente a Tesla, la empresa insignia de Musk.
La respuesta de Trump no se hizo esperar. Desde su red Truth Social, el presidente acusó a Musk de estar «molesto» por la eliminación de incentivos a los autos eléctricos y por el rechazo de la nominación de Jared Isaacman, aliado de Musk, para liderar la NASA.
Trump fue más allá, amenazando con cancelar los contratos gubernamentales de SpaceX y Starlink, vitales para la Estación Espacial Internacional y la seguridad nacional, afirmando que así ahorraría «billones». Musk contraatacó, declarando en X que sin su apoyo financiero –donó US$288 millones a la campaña de Trump en 2024– y su influencia en las redes, Trump no habría ganado las elecciones.
El enfrentamiento escaló a un terreno personal y escandaloso cuando Musk insinuó, sin pruebas, que Trump aparece en los archivos de Jeffrey Epstein, sugiriendo que esta sería la razón por la que dichos documentos no se han hecho públicos. Trump, por su parte, afirmó que Musk «se estaba desgastando» y que él mismo lo despidió de DOGE, una declaración que Musk calificó como «mentira obvia».
La ruptura marca el fin de una relación que parecía inquebrantable. Musk, quien fue un pilar en la campaña de Trump, participó en eventos clave, viajó en el Air Force One y hasta lideró DOGE durante 130 días, implementando recortes y modernizaciones. Sin embargo, las tensiones por intereses comerciales, el choque de egos y las críticas al proyecto de ley han fracturado esta alianza.
Las acciones de Tesla cayeron un 14% el 5 de junio, reflejando el impacto económico de la disputa.
Este enfrentamiento no solo sacude la política estadounidense, sino que plantea preguntas sobre el futuro de los contratos de Musk con el gobierno y su influencia en Washington.
Mientras el Senado debate la ley, el duelo entre Musk y Trump sigue capturando la atención mundial.
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