¡Otra vez ansiedad! [Columna]

¿Qué me querrá decir?
Siglo XXI, la era de la inmediatez, la tranquilidad es lo que escasea. Con decir que la ansiedad es el “síntoma de esta época”, ya podemos suponer que es uno de los principales motivos de consulta en terapia.  Esto no significa que anteriormente no se escuchara hablar de la ansiedad, pero poco se sabia de ella

Probablemente la pandemia y las nuevas tecnologías fueron las principales causantes de esta ola masiva de ataques de ansiedad. Sabemos que con un simple “click” tenemos la película que queremos, podemos hablar con personas a miles de kilómetros de distancia, encargar comida, aprender un idioma y mucho más. Y a pesar de traernos muchos beneficios tecnológicamente hablando, es importante mencionar que se debe utilizar responsablemente y no en exceso.

La ansiedad es una emoción que todos los seres humanos experimentan. Aparece cuando el sujeto se siente en una situación de peligro. Lo importante, es que aparezca cuando cuando realmente ocurre algo impensado o que nos genera incertidumbre. Es decir, si estoy en la calle y veo un robo o si estoy a punto de rendir un exámen, es normal y está bien que aparezca.

Pero el problema que veo con frecuencia y por el cual los pacientes llegan a terapia, es cuando ésta aparece en una situación en donde no ocurre peligro alguno. Es normal que lleguen a la consulta, pacientes muy angustiados y asustados relatando que estaban mirando una película y de repente, tuvieron la sensación de que les faltaba el aire o se iban a morir.

¿Cuál es el problema en éste caso? Mirar una película implica estar en un estado de relajación, ¿Por qué el cerebro está enviando señales erradas avisando que están en peligro? Eso es lo que tenemos que “configurar” los psicólogos.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 30 % de la población ha sufrido o sufrirá algún ataque de pánico o de ansiedad. Si bien resulta alarmante y sé lo angustiante que es para la persona que lo experimenta, considero que debemos cambiar el foco que le ponemos a la palabra como tal.

La ansiedad es la villana de una historia mal contada, porque en realidad nos viene a avisar que algo mal está ocurriendo, hay algo que nos está pasando que no estamos sabiendo interpretar y/o comunicar.

Imagine que está en su casa durmiendo en la madrugada y de repente comienza a sonar la alarma porque están ingresando a robar y debe intervenir con urgencia la policía. La ansiedad… ¿es el ladrón?, ¿es la alarma?, ¿es la policía? Es la alarma que nos viene a decir que algo está pasando. Y… ¿quién vendrían a ser la policía? Es este caso, los psicólogos y/o psiquiatras. Pero el problema es cuando nuestro foco se pone en que la ansiedad es “la ladrona”.

¿Y si hablamos de prevención?
Ya explicamos quienes son los que nos vienen a salvar cuando la alarma suena, pero considero de vital importancia hablar de la prevención. Si bien existen numerosas recomendaciones como:
– Hacer ejercicio.
– Aprender a respirar.
– Realizar actividades artísticas, entre otras opciones.

Hay algo de lo que poco se habla y es de poder aprender a gestionar bien nuestras emociones porque esto nos llevará a tomar decisiones más acertadas, ser más flexibles cognitivamente, y lo imprescindible, descargarlas/procesarlas por medio de la palabra y no por síntomas corporales. Practicando la comunicación asertiva y aplicando la inteligencia emocional, la ansiedad mal utilizada, termina desapareciendo.