El hábito del «scrolling», es decir, deslizar el dedo por la pantalla de nuestro celular, es muy común en nuestra vida cotidiana, ya sea por unos segundos o durante horas antes de dormir. Lo que no sabemos, es que esta actividad influye a nivel neuronal.
Desde que encendemos nuestro dispositivo, entran en juego funciones en nuestro cerebro. Según la profesora Ariane Ling, del Departamento de Psiquiatría de NYU Langone, esta modalidad tiene su explicación en cómo somos los seres humanos naturalmente, ya que siempre queremos saber qué es lo que está pasando.
Nuestras mentes siempre están en la búsqueda de conseguir recompensas. Tenemos ciertos centros neuronales que reaccionan al placer y buscan repetirlas. Esto se conoce como circuito de recompensa del cerebro, mecanismo por el que una persona se vuelve adicta a una sustancia como el alcohol. Lo mismo sucede con los celulares y las redes sociales en particular, que están cargadas de cosas nuevas para ofrecer, como fotos, videos y mensajes.
Por otro lado, la corteza prefrontal de nuestro cerebro «lucha» contra esos impulsos. Esta región hace que tomemos decisiones menos impulsivas y más equilibradas. De todas maneras ambas funciones no siempre están perfectamente balanceadas.
Esto sucede mucho más en los adolescentes, en quienes el circuito de recompensa está en alerta máxima, agravado porque la corteza prefrontal no termina de desarrollarse hasta los 23 o 24 años. Ante ello, no puede realmente controlar ciertos impulsos, como el de usar el teléfono.
Al scrollear, entramos en lo que los expertos señalan como un estado de «flujo», el cual provoca que la tarea que lleva a cabo una persona se ajuste al nivel de atención y habilidad que tiene para dar en ese momento. En ese sentido, las redes sociales, en las que el algoritmo cambia constantemente, alimentan directamente ese estado.
Cómo evitar el scrolling compulsivo
Fotos: Unsplash.
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