
En 2010, la historia de un supervillano que soñaba con robar la luna llegó a ser un sorpresivo éxito entre el público infantil. Y aunque Gru era el protagonista de la película Mi villano favorito, sus intrépidos secuaces amarillos se convirtieron en las verdaderas estrellas del show.
Amados por grandes y chicos, y con una apariencia que recordaba a una píldora, estas criaturas de habla inteligible fueron ganando espacio en la saga producida por los estudios Illumination hasta tener dos películas dedicadas solamente a ellos. Con su éxito actual, es difícil imaginar que los Minions estuvieron cerca de no existir en la historia animada.
Como consigna un artículo de LA Times, dichos personajes no aparecían como tal en la propuesta de Sergio Pablos que fue la semilla del primer filme. Mientras perfeccionaban el guion, los directores Pierre Coffin y Chris Renaud —en colaboración con el diseñador Eric Guillion— transformaron a los asistentes de Gru de atemorizantes orcos a inexpresivos robots, hasta finalmente configurarlos como un ejército de criaturas amarillas y adorablemente incompetentes.
La verdadera evolución de los Minions
Aunque se habló de varias teorias las cuales hasta tenían en cuenta la Segunda Guerra Mundial el origen real de su diseño se remonta a una evolución de aciertos y bocetos descartados. Como ya se mencionó, la idea de Mi villano favorito surgió de una propuesta del animador catalán Sergio Pablos (Klaus). En ese punto, el Gru que había creado tenía una “apariencia un poco gótica” y “asistentes grandes y corpulentos como ogros”, describió el director Chris Renaud al portal Cartoon Brew.
Pero la meta era hacer simpático “al malo más malo”. Tal como lucían en ese momento, los secuaces del protagonista no contribuían mucho a ese propósito. Según relataron en una entrevista con LA Times del 2013, Coffin y Renaud encontraron inspiración en otras obras del cine.
Influenciados por personajes como los Oompa-Loompas de Willy Wonka y la fábrica de chocolate y los Jawas del universo Star Wars, notaron que la estatura diminuta de los asistentes sería una parte esencial de su atractivo.
Así, a manos del director de arte Eric Guillon (Sing!) los orcos mutaron a un grupo de humanos muy bajitos con trajes azules, al estilo de trabajadores de una fábrica, para contrastar con el tamaño del protagonista. Para la siguiente etapa, los asistentes de Gru se volvieron robots.
Propuestas iniciales de los Minions y su evolución a cargo de Eric Guillon.
La idea detrás de este cambio era que los autómatas metálicos podrían parecer más ingenuos y resultarían más cómicos cuando se golpearan en sus inevitables accidentes.
Finalmente, los cineastas hallaron un equilibrio perfecto al combinar elementos robóticos y humanos, creando un ser único y adorable.
“Pierre fue quien dijo: ‘Quizás no deberían ser robots’”, recordó Renaud. “Le dije: ‘Bueno, ¿qué pasa con la gente topo?’. Y él dijo: ‘No sé qué es eso’. Así que le envié un par de dibujos feos a Pierre y Eric, y luego Eric hizo un boceto que es básicamente lo que vemos hoy. Dijimos: ‘OK, eso parece una píldora con unas gafas protectoras. Podría funcionar’”.
En estos bocetos, los minions tenían una apariencia más compleja y también se probó con el color rojo en lugar del amarillo.
Durante el proceso de refinar el diseño, se experimentó brevemente con la pigmentación roja y se simplificó progresivamente la forma de los Minions. Fue un acierto casual que abrió un mundo de posibilidades para los personajes con ojos grandes y expresivos.
“Nos dimos cuenta de que cuanto más tonto, funcionaba mejor. Así que los Minions, como este tipo de personajes infantiles, irresponsables, hacen agradable a Gru. Todos ellos lo aman de la manera que los niños inequívocamente, sin lugar a dudas, aman a sus padres. Al instante, ello le dio cierta simpatía, porque estos pequeños le gustaban”.
Otro punto positivo del nuevo ejército amarillo era lo fácil que era recordarlos. Son tan simples que incluso los niños pueden dibujarlos sin mucha dificultad. Un gol para la publicidad y marketing del filme que llegó a establecer una exitosa franquicia.
En sinergia con el aspecto visual, su forma de comunicación con onomatopeyas, sonidos sueltos y repeticiones los hacía accesibles a todo público, casi una evocación de los aciertos del cine mudo y su storytelling.
“No entiendes sus palabras, no entiendes su gramática, pero sí entiendes cuándo están en una posición de conflicto, si están tristes o si están contentos”, comentó Coffin a The Hollywood Reporter. “Los Minions son todo eso. Son el legado del cine mudo, excepto que les añadimos palabras ridículas…”
“Gran parte de nuestra influencia procede de los viejos dibujos animados de la Warner Bros., de la tradición de Bugs Bunny. Todavía los veo con mis hijos y siguen siendo algunos de los dibujos animados más divertidos”, explicó Chris Renaud a Cartoon Brew.
“Nos gusta pensar que eso, y el diseño de los Minions, aprovecha lo mejor de la animación. Aunque no hablen ningún idioma que nadie conozca, tienen un gran atractivo”.
Fotos: Web.
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